Solamente con la fe en Dios los sueños se consiguen, las batallas se vencen y los milagros surgen.
Hija, eres mi sueño de vida, la ilusión de mis mañanas y el orgullo de cada día.
El destino me obsequió una hija hermosa y espléndida que me complace ver que crece día tras día.
La vida es corta, disfrútala, ámala y diviértete como si cada minuto fuese el último y cada sonrisa no fuese suficiente.
Cada aprendizaje de la vida nos hace más sabios, y más capaces de afrontarla de manera correcta.
Las sonrisas de los niños pueden cambiar por completo los días tristes de los adultos, ¡feliz día del niño!
Dios me enseñó a amar, una de las más grandes virtudes que hay en la vida.
Tengo muy claro que eres el amor de mi vida, por eso quería escribirte esta carta, para que quede escrito, para que puedas leerlo y para que con mis palabras puedas sentirlo siempre que quieras. ¡Te amo, y lo mejor del mundo es estar a tu lado!
Vive una vida bonita, de esas en las que tienes graciosos momentos, personas especiales y muchísimo amor.
Tú eres la razón de que mis sueños sean dulces, y al día siguiente quiera darte un beso. ¡Buenas noches, amor!
Un buen comienzo determina el resto de los días, ¡feliz inicio de semana!
Las personas falsas aparentan ser la mejor compañía, pero acaban por ser la más dañina.
La vida es una aventura que tenemos el privilegio de disfrutar.
Hijo, lucha por lo que crees, porque, aunque fracases en el intento, yo siempre sentiré orgullo por ti.
El abrazo de una madre es aquel que reconforta, que da energías, y que transmite todo el amor del mundo.